lunes, 30 de abril de 2012

Reflexiones tediosas


Anoche, más bien en la madrugada de hoy, cuando llegué a casa y vi que había dejado todo encendido –pc’s, escaner, tele sin sonido…-, me dispuse a desconectar cada elemento. Claro está que una no cuenta con la sempiterna tentación de sentarse “un ratito”. Así fue. Y así también apareció una persona que ya me había escrito a mi correo de Mazmorra invitándome a “recuperar” charlas habidas tiempo ha.
Entendamos que una no regresaba después de misa y, por tanto, el aspecto que reflejaban los espejos era para “consumo interno y con restricciones”.

Charlemos un “yatito”
Charlar con alguien en el espacio virtual es una maravilla, desde ya. Pero más allá del cada vez menor asombro que nos puedan causar los adelantos y descubrimientos técnicos, se establece una comunicación entre dos seres humanos a través de un determinado medio. Para el caso, el MSN.
Por otro lado, charlar no implica otra actitud que no sea la emergente de un diálogo: escuchar (en el caso, leer), responder, debatir sobre esto o lo otro, coincidir con tales o cuales conceptos, tal vez relatar alguna experiencia personal y, posiblemente, leer idéntica cuestión “del otro lado”. Pero, en síntesis, no significa nada más que esto.

“A esta, la maté…”
El grueso error en el que caen fácilmente algunas personas estriba en que imaginan, suponen, fantasean con que si “charlamos” con ellos ya estaríamos subyugadas por esa “personalidad fortísima y absorbente que se manifiesta tan claramente a través de las letras en la pantalla”. No es así, lamento decir. Al menos no lo es para mí.
Tampoco es montar el caballo de bronce sobre un pedestal de mármol el decir que no pocas veces (sino todo lo contrario) somos generosas con nuestro tiempo y aceptamos “hablar” con personajes que parecen haber sido creados del otro lado del espejo.

El énfasis
Y si esto último se da con una frecuencia alucinante en los chats abiertos –no temáticos-, mucho más se plantea en las relaciones que surgen a partir de Mazmorra.
Es que el SM es como un imán multifacético que atrae a muchísimas personas, sea por curiosidad morbosa, por tratar de informarse para practicarlo, sea porque lo practican y quieren compartir con sus “pares” experiencias y novedades; sea que es un ámbito que para los novatos está lleno de misterio y terror… por lo que fuere, la atracción es fortísima.
Entonces… nos cruzamos con personas así y asá, digamos… Como a las que someramente aludí.

Amo… amo… amo a toma algo amo
Igualmente, el hecho de llevar el nick en mayúsculas no significa absolutamente nada si, en el desarrollo de una conversación, no hay signos evidentes de que esa persona es Dómine “con todas las letras” o, en cambio y con mayor frecuencia, un lamentable invento de su propia imaginación pero que de Amo y SM, nada.
Esto último es una constante en el ciberespacio. Y está bien que así lo sea, porque también el ciberespacio –o principalmente, no sé- es un ámbito para el desarrollo de la imaginación, de la creatividad, de la búsqueda de efecto generando diversas causas.
Lo que no deben pretender es que una crea que ese nombre en mayúscula significa que quien está detrás es un Amo… Imposible en los casos aludidos –que son más de lo previsible-. De paso, me obligo a repetir que el que una misma sea sumisa y sirva a un Señor, no quiere decir por esto que cualquier tirifilo con nick en mayúsculas tenga algo más de “derecho” de hablarnos como si fuera “nuestro Amo” y de pretender que le sirvamos, aún virtualmente, como sí podría proceder en otra circunstancia pero con distinto personaje, por supuesto. Y para colmo, en esa macchietta de Amo que actúa con sus letras, se manifiesta como un altísimo bobo.

“Que estés bien y sigas mejor…”
Una trata de ser lo más correcta posible en tanto relaciones humanas virtuales. Si una determinada persona es, según nuestra mirada, un imbécil, no se lo decimos. Hablamos con él si nos abordó en privado, tratamos de darle a entender, muy concretamente pero sin signos de rechazo evidente, que no tenemos ningún interés de continuar con esa charla y acometemos una serie de actitudes que, suponemos por experiencia, debería de entender como un “adios”. Pero hay algunos personajes que son “duros de matar”. Como el de esta madrugada, para cerrar el círculo.

La cámaraweb
Si una no está empatizada hasta los huesos con alguien en el espacio virtual, además de lo dicho, lo que menos se le ocurrirá es presentarse ante la cámara para que nos vea con cara de boba mirando la pantalla mientras el ángulo de enfoque es otro, con lo que el “cuadro” es, para mí, lamentable.
Menos aún cuando se llegó de una actividad intensa y placenteramente agotadora y, más allá de ganas o no-ganas, como dije, nuestros aspecto es para consumo interno restringido.

Cámara-dormitorio
No obstante si estoy más que consubstanciada, recontra-hiper-enganchada, seguramente la cámara de ida y vuelta será el medio idóneo para saciar una urgencia compartida hasta que la misma pueda ser concretada en vivo y directo. Y esto de conectar se dará así regrese de una GB porque, seguramente, esa conexión fue previamente arreglada para “mostrarme” en el “después de…” y convenida como parte del juego que nos convoca y excita.

Pero hay detalles.
La cámara va punto a punto. Es, por tanto, un peligro latente que se constatará cuando ya sea demasiado tarde.
Por ello es realmente peligroso encender y conectar la cámara con cualquier persona, con desconocidos. No va.
Si bien para meternos un programita que “vea” nuestro directorio en la pantalla del invasor se deben de tener conocimientos avanzados, para grabar lo que mostramos por cámara no.
Por tanto, con obsesivos necios que para mí no son confiables, nada.
Finalmente si les gusta bien y si no… ¡también! ¿Verdad?

Que estén bien. Besos y cariños.

Soledad F.

martes, 10 de abril de 2012


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Lamentablemente y por exigencia de la Editorial, los demás capítulos de "Los Jueves de Papá" quedan fuera del blog ya que se integrarán a la próxima novela, tal como los editores decidieron y por lo que contrataron.
Lo siento... ya íbamos por el Capítulo X y llegaba la parte intrincada de una trama que, a la vista de los acontecimientos de la cotidianeidad, casi parece un cuento de niños... La verdad que un poquitín degenerados los niños del cuento...
Gracias por su paciencia y trataré de suplir esta falta con relatos de algunas anécdotas vividas desde chiquita hasta la fecha.
Besos y hasta ahora.

Soledad F.