viernes, 16 de agosto de 2013

Dogging Cada vez mas Frecuente

El placer de los extraños


Olvida las formalidades, las presentaciones y las palabras de más. La nueva moda sexual consiste en acudir a un descampado y montárselo con gente que no conoces y que nunca volverás a ver. Se llama dogging y ofrece sexo lúdico y sin complicaciones.

Esta misma noche, miles de personas en España, en grupos de tres o más, estarán haciendo dogging, es decir, manteniendo encuentros sexuales semipúblicos sin apenas conocerse. Ese tipo que se pasea en pelotas por los aledaños de una playa sin que se sepa bien qué hace; esa pareja que descaradamente te ha visto y se esmera un poco más; ese coche que te da las luces o se acerca ligeramente en un apartado del camino; esa luz dentro de un coche en el que una pareja retoza. Todo esto podría ser el inicio de una situación dogging. El sexo sin amor, como tabú, se ha quedado ya muy corto. Lo que viene ahora es sexo sin identidad y puede suceder así, de manera casual, como venía sucediendo, pero ahora internet ha organizado y multiplicado la demanda que existía.

    Origen del término

¿De qué va todo esto? Nació en Inglaterra en los 70, a imitación del cruising (del inglés: atravesar, ir de crucero), que es lo mismo pero entre homosexuales. No hay consenso para el origen del término dogging. En inglés literario se encuentra con el sentido de “seguir” o “perseguir”, como aparece en Moby Dick. Según la escritora Jane White, sin embargo, se le dio este nombre porque los que se paseaban por los parques en busca de experiencias animadas parecían pasear perros (dog) invisibles, aunque otros lo explican porque la práctica sexual es similar a la de los perros: encuentros rápidos tras un mínimo contacto. Todas tienen buenos argumentos, la verdad. En hispano, además, se ha traducido como “cancaneo”. 

Cada vez más frecuente

Mantener sexo tras ninguna o mínima identificación era obviamente un deseo colectivo latente y, además, muy ramificado: el voyeur, el exhibicionista, el que intercambia su pareja y el varón a la caza de lo que sea estaban en el mismo barco. Ahora ya lo saben y no se cortan un pelo: eso es dogging, una corporación de fantasías que quiere desembocar en orgía y que gana curiosos a paso de vértigo. Ya sucede en el 60% de los parques de Inglaterra. Generalmente se da entre una pareja más uno o varios varones; o varias parejas y varios solteros, ya que es rara y muy cotizada la presencia de mujeres solas. De hecho, en los foros, cuando aparece alguna, se le presentan 20 páginas de saludos masculinos, las cuales -al menos en público- no obtienen respuesta. Pero se organizan kedadas con bastante frecuencia y, dado que es una práctica relativamente novedosa, desde el año 2000 más o menos, se sigue estableciendo el modo de relacionarse porque no es fácil. El éxito o el fracaso de la aventura depende en gran medida de cómo sepan canalizar sus deseos los aspirantes. Un paso en falso puede suponer el fin inmediato. 

Casuales u organizados

El dogger casual va por libre, acude solo o en compañía a lugares que puedan tener actividad, movido por la pura adrenalina del encuentro fortuito. Si es una pareja, se pondrá a lo suyo moderadamente visible mientras espera visitantes o se acercará a otro punto más activo para unirse al grupo. Si es uno solo, y le tiene fe al lugar, se hará el despistado hasta que aparezca alguna pareja. Entonces tratará de ser invitado, se acercará y llegará hasta donde alcance la fantasía común. Muchas parejas confiesan que no fueron conscientes de que les daba morbo esta situación hasta que un día se sintieron observadas y se dejaron llevar. A veces sólo se permite mirar, a veces también participar. Dependerá del feeling que se dé. En muchas ocasiones grupos de mirones revolotean alrededor del coche como moscas a la miel y se masturban pegados a las ventanillas. El dogger organizado (que también puede ser en otras ocasiones casual) acude a kedadas que son de dos tipos: abiertas o restringidas a determinados miembros que se conocen, como círculos de amigos o grupos de parejas que van a por una fantasía más concreta. 

Escondidos, pero no tanto

El lugar donde va a producirse un encuentro dogging está apartado del paisaje público, pero no mucho; está escondido, aunque sólo lo justo. Se trata de no ser interrumpido por quien no quiere participar y, a la vez, ser accesible para el que sí. Puede estar sólo a 50 ó 100 metros de un lugar transitado, quizás un poco más visible que el picadero de toda la vida, pero también justo ahí. Tiene lugar en parques públicos, aparcamientos alejados, afueras de la ciudad, playas, caminos agrícolas o en desuso y otro sinfín de recovecos accesibles en coche. Los socios disponen de planos exactos vía google.maps, pero la mayoría ya sabe dónde están porque han acudido más veces. En ocasiones, las kedadas se cierran en reservados de bares de amigos, cabinas de sex shops o en locales liberales que cuentan con zonas swinging (intercambio de parejas) y/o glory hole (agujero glorioso), calificado de tal forma porque por ahí se mete el órgano sexual y, tras la pared en penumbra, alguien (sabe dios quién) te practica una felación. 

Versión virtual

Pero casi cualquier lugar puede ya convertirse en base para un encuentro dogging. Los contactos vía bluetooth para saber si otro dogger está cerca se mueven aún entre la realidad y la leyenda. Es decir, es una práctica tecnológicamente posible, pero no un movimiento organizado, como se pensó hace unos años que ocurría con el “Toothing” (supuestamente la palabra clave para iniciar el contacto y cuyos creadores reconocieron tiempo después que sólo había sido una broma). A esto hay que añadir el llamado dogging virtual, en el que, además de no haber identidad, tampoco hay presencia. Es decir, se realiza a través de teléfonos móviles con cámara u otro tipo de dispositivos para hacer partícipes visualmente de las sesiones a personas que físicamente no pueden estar allí. En fin, imaginación al poder, pero si no te va este asunto y te vas con tu parejita por ahí en coche, ¡la ventanilla cerrada aunque te estés ahogando!

El lenguaje del 'dogger'

Para iniciar un encuentro dogging existen unos mensajes básicos cuyo canal principal es el coche: sus luces, sus puertas, sus ventanillas...

- Una luz encendida dentro del coche de una pareja que se está poniendo morada es una invitación a mirar. 
- Una ventanilla abierta es señal de que se puede tocar. 
- Una puerta abierta indica que puede unirse todo el que pase por allí. 
- Destellos de luces (moderados) es una invitación a jugar. 
- Luces exteriores que se encienden y se apagan. En este caso estamos ante un coche de doggers. 

Si es la primeva vez...

- Preséntate aseado.
  - No vayas de un sitio a otro sin objetivo. Averigua dónde puede suceder y espera por ahí sin llamar la atención, disimulando con esmero. 
- Si encuentras una pareja, déjales que entren en calor, espera un poco, permite que te vean y acude cuando se te invite. No vayas a hurtadillas, espera sus señales. 
- Si llegas a un lugar donde ya ha empezado la fiesta, sé buen vecino y no bloquees la vista de otros doggers con tu coche. Tampoco es una invitación abierta para cualquiera que pase por ahí.

Publicado por Reina del Video | Mi Red Liberal