Las fotos se han hecho –y se hacen- para ver y ser vistas, así como que las cámaras para ser usadas. Sin problemas. Pero lo que no se entiende y de aquí que algunas amigas han debido hacer
limpiar sus computadoras por técnicos, es que al conectar la cámara en el MSN con otro usuario que también conecta su propia cámara, se establece una conexión
punto a punto. Una está en la compu de él y él, en la nuestra. Si esto no les hace sonar alguna alarma, entonces no sigan leyendo.
Ese puente que abrimos es para que transiten las imágenes y el audio de un lado al otro y viceversa. Un puente es para transitarlo y así, además de imagen y sonido, algunos archivos nocivos pueden pasar tranquilamente de un lado al otro sin que el incauto receptor se dé cuenta de ello.
Después es tarde para lamentarse. Porque uno de esos archivos que nos pueden enviar a través del
puente es aquel que se mete en nuestra compu para
manejarla o sea, ver nuestro directorio y hacer en él y con su contenido lo que se le ocurra, como si fuera la dueña de esa notebook o PC.
Es realmente caliente, intenso, exhibirse (y otras actitudes…) ante la siempre ávida mirada de un hombre que nos pareció encantador en un chat y lo llevamos al MSN para hacer algo más que escribir. Algo así como un anticipo de lo que, seguramente, concretaremos con ese hombre en días más.
Sin embargo lograr ese intenso placer virtual con un desconocido total que empieza a ser íntimo sólo porque el chat lo permite (es decir, hablamos con todos los que nos hablan, sin ningún tipo de filtro. Y sé que esto caerá mal, pero agrego que hablamos con personas que en la vida tangible y real ni por asomo se nos ocurriría cruzar más palabras que un buen día o lo que cuadre si es que cuadra…), si se trata de un verdadero malcrecido, nos joderá durante el tiempo que demoremos en darnos cuenta de que algo no funciona bien en nuestras máquinas.
¿Entonces, qué corno hacemos con nuestras cámaras-web?
Nada, claro. Conservarlas y encenderlas con quien conozcamos más allá de una gran calentura nocturna y repetida.
En todos los casos –aunque claro, es mí experiencia y no significa nada más que eso-, la cámara-web ha servido para la continuidad que no acepto en la realidad. O sea, siempre, para mí, el método es el T&G, que significa (para quienes todavía no lo saben) Touch and Go, que en traducción literal sería tocar e ir(se) o marchar. Más conocido en lo vernáculo como debut y despedida.
Así, pues, con esos hombres conocidos y muy conocidos –como se podrá inferir sin dificultad-, con ellos sí, cámara-web y audio (cuando funciona) porque de algún modo sabemos un poco más acerca de ellos que el sólo leer un nick y sus mensajes.
Sé que es difícil sustraerse al encanto de las cámaras web, pero por una o dos horas de placer virtual, arruinar nuestro CPU me parece tan ilógico como salir de cacería y una vez en el hotel con nuestro nuevo conocido, no le hagamos usar forro o no nos pongamos, nosotras, condón femenino. Aunque, claro está, la gravedad de una y otra situación son bien distintas, pero en su mecanismo, idénticas.
Gracias por leerme
Que estén bien
Soledad F.
