jueves, 12 de enero de 2012

Devolviendo placer

No es exactamente así, pero el título alude a lo que nosotras, en general, “les” hacemos a ellos en el desarrollo de una relación sexual intensa y sin interferencias (no “polvo al paso” que es otro tema…).
Los hemos felado –chupado, mamado- y seguramente, lamido las íngles y el escroto, los huevos… tal vez también nos los hemos metido en la boca, de a uno o ambos y acariciado con la lengua mientras, siempre, nuestra mano acompasa el masaje sobre la verga dura de nuestro compañero sexual (sea eventual o permanente).
Algunas nos hemos animado a ir más allá con el recorrido “lingual” y mojamos los cachetes en el surco de las nalgas y lo recorrimos hasta llegar al orificio anal del hombre (sin dejar de masajear su pene… esto es importante).
A muchos les molesta sentir placer, o sea, se molestan consigo mismos por sentir placer en una zona donde, el machismo todavía imperante, les sugiere que es para “homosexuales” (putos dicen ellos, en general, y despectivamente). Pero no pueden negar que nuestra lengua rodeando, lamiendo y aún penetrando a través de su esfínter les provoca un placer inédito.
Podemos ir más allá y descubrirles un campo que tenían absolutamente vedado por cuestiones culturales y no orgánicas.

El Masaje Prostático
Posiblemente se trate de una limitación por experiencia, pero me parece que la mayoría de los que acceden al masaje prostático son hombres maduros.  En realidad no importa si son jovencitos o maduretes, el tema es cómo hacérselos sin causarles un daño grave y, a veces, irreparable.

La próstata
No es el punto G masculino, pero sí les provoca un placer intenso como cuando a nosotras nos frotan mucho y bien el G.
La imagen es de Wikipedia e ilustra perfectamente dónde está la famosa glándula masculina que, entre otras cosas que produce, una de ellas es placer cuando se la masajea.
Como la próstata cubre una serie de funciones que tienen que ver con la posibilidad eréctil, eyaculatoria y demás del hombre, debemos actuar con sumo cuidado, especialmente con las uñas. Un corte en esa zona del recto masculino puede infectarse de modo tal que alcanzar a perjudicar a la glándula. Asimismo, podemos lastimarla si la incisión es más profunda, y aquí el daño será… incalculable.

Iniciando la “maniobra”
Así como a nosotras nos viene bien que nos pongan almohadas en la panza y el vientre cuando van a penetrarnos por atrás, sea vaginal o analmente, también a ellos les podemos pedir que se pongan almohadas o cojines debajo de sus panzas, dejando los genitales libres.
No es necesario que estén “a 4”. También se puede hacer perfectamente “de costado” o “acostados”. La diferencia en éste último caso es que para nosotras será más incómodo movilizar con suavidad el dedo medio que está haciendo el masaje.
De todos modos, hay que tener en cuenta de que la próstata la palparemos a unos 4/5 cm de la boca del ano.
Es obvio que la lubricación la haremos con la lengua y, además, nos chuparemos bien el dedo medio para lubricarlo también.
Esa aproximación con nuestro dedo será complementaria de la felación que le estaremos haciendo a nuestro compañero sexual, tanto como las demás caricias linguales en todos sus genitales. Será muy importante que durante el masaje no dejemos de masajearlo (pajearlo) complementariamente con nuestra felación.

El masaje
Una vez que hayamos introducido el dedo medio en el recto de nuestro compañero sexual, muy suavemente palparemos hasta sentir en la yema, una especie de protuberancia esferoide. Una media o cuarto de esfera apenas perceptible.
Entonces, ahí empezarán los masajes prostáticos.
Se tratará de rodear esa protuberancia, de mover nuestro dedo en círculos sobre esa pequeña media esfera… apenas rozando, presionando muy suavemente.
Si tenemos el pene del señor en nuestra boca, sentiremos la reacción inmediata: más dureza, temblor, respingo.

Cuidado que se viene la inundación
Esa reacción, como a veces la defino que se les pone “como madera”, es algo que ellos no manejan voluntariamente. Se lo provocan esos masajes que le estamos aplicando en la próstata.
En un momento podrán sentir que la tensión en el pene será mucho más violenta incluso… como cuando estamos felándolos y sabemos que de seguir con nuestra boca conteniendo esa verga, nos ahogaremos en semen.
Bueno, igual.
Pero el resultado de esa eyaculación será asombroso. Acabarán como nunca lo hicieron. ¡Hectolitros! Exageraríamos, pero es impresionante la cantidad que descargan.
Obvio que la actitud de cada una está en directa relación con el grado de confianza (seguridad) que les brinde su compañero sexual. O sea, lo recibirán, como puedan, en la boca o, en su defecto, dejarán que salte como Geiger por los aires o que impacte en sus rostros. Esto “a voluntad” como dicen los artistas a la gorra.

Colofón
Seguramente, ese amante, ocasional, eventual, periódico o permanente, después de haber gozado así, será un ferviente “pedidor” del masaje prostático.
Las precauciones creo haberlas planteado.
Ojo, cuidado, atención con la uña. Es el filo mortal, así que con sumo, extremo cuidado maniobren en el recto del señor que se trate.
Finalmente… ¡¡¡A gozar!!!

Gracias por visitar mi blog.
Cariños.

Soledad F.

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