jueves, 17 de octubre de 2013

La eterna lucha entre estética y practicidad

La lucha entre valla y vaya, halla y haya... te cojo o no

No es que pretenda ser profesora de literatura, de lenguas o de lenguaje. Pero siempre, en el mundo virtual -y en el real también salvo excepciones- voy a preferir aquel hombre que entiende la diferencia entre escribir bien a escribir ominosamente. ¿Es sectarismo o algo por el estilo? No sé. No me detengo a calificarlo en esos términos. Sí, en cambio en otros que, para mí, son importantes en este medio virtual -y en el real también, salvo excepciones como ya dije-.

Un hombre que nos escribe bien, no con galanuras ni romanticismos decimonónicos sino correctamente, sin horrores de ortografía, es alguien que tiene mucho a su favor al momento de decidirnos a tomar algo con él a fin de ejercitar el ya famoso "ver qué pasa". Igual actuamos y opinamos cuando, en cualquier pub o bar nos aborda alguien al que le emitimos todas las señales silenciosas de una pre-aceptación. Si cuando se sienta a nuestra mesa o se arrima a la banqueta que ocupamos en la barra, arranca con "aiga" o cuestiones similares... por más buen envase que presente y siempre que no busquemos, en ese momento, una experiencia cuasi bizarra, lo alejaremos con toda la buena onda posible y utilizando las excusas más creíbles para los oídos masculinos inyectados en semen.

¿Por qué esta especie de filtro que para los varones parece inútil y sólo una excusa para no hacer nada? Porque los hombres que escriben-hablan bien son personas que respetan la estética de cada situación así como la del propio lenguaje escrito o hablado. Que también la posee y en grado superlativo. Si ese hombre habla bien seguramente cogerá bien. Esto es como la resultante de la más básica ecuación matemática del dos más dos igual a cuatro.

Lo anterior no es un invento mío como para dejar constancia de los muchos rechazados que atesoro entre ignores y borres en el chat de Mazmorra y otros. No. Es experiencia real, efectiva, vivida, constatada; y contrastada por si hiciera falta el toque cientificista.

Depende lo que busques, nena...

Claro que sí. Hay variantes que sólo la insondabilidad de la pulsión podría dar pábulo a una especie de explicación racional sobre tal o cual acto. A pesar de que bien sabemos que el fenómeno humano es, de por sí, insondable y sus actos, impredecibles. Justamente por eso mismo: porque la pulsión entubada en el deseo suele tener diversa elección de objeto y aquí es donde estriba el jinete apocalíptico. Más aún, me parece, en el ámbito del sadomasoquismo donde podemos estar buscando todo lo opuesto a aquello que la sociedad correcta determinaría como buena elección.

Pero es en ese ámbito, el del BDSM, donde la cuestión del lenguaje y la ortografía se hacen mucho más determinantes para avizorar alguna posibilidad de "algo con alguien".

Claro está que un palafrenero no necesita haber leído La República para enjaretar un corcel para su patrón. Conocerá al dedillo lo que su oficio y saber le indican para que la cabalgadura sirva a los fines de quien la monte. Pero aunque a veces nos sentimos yeguas dominadas por un amansador cruel, ello no obsta para que, en el caso humano, aceptemos a un bestia en todo el significado de esta palabra. Una asume ser una yegua y nuestro dominante asumirá ser nuestro amo... Y punto. Para encarar una ficción de tal calibre -por lo que en ella se pone en acto-, la capacidad intelectual, el saber, se hacen indispensables. Y ese saber se expresará, sin duda, con las buenas formas que incluyen escribir bien, expresarse bien.

¿Expresarse bien es hacerlo de acuerdo a lo que cada cual espera de "el Otro"?

No, no me refiero a eso. Quien piensa bien seguirá un desarrollo lógico y coherente que permitirá, a la otra parte, la receptora, interpretar fielmente lo que se le dijo, sin desplazamientos de sentido ni a contrapelo.

¿No es que muchas veces decimos lo bien que lo pasamos con fulano o con mengano porque habla bien? De esto se trata y no de otra cosa.

Las propuestas, el SM, el hotel alojamiento y un largo etcétera estarán siempre ahí, al alcance de la mutua decisión siempre que lo primero, ese acercamiento expresado en letras, abra las puertas para salir a jugar o nos alerte respecto de la bastedad del eventual proponente.

Nos vamos

Finalmente y como parece un lugar común absolutamente vacío de significado, muchos transgresores mal se escudan en el "respeto". Nunca entendí esto de "el respeto" como valor exhibible ya que, por lógica el respeto hacia los semejantes estará siempre presente entre personas. Pero ya que insisten con el respeto, les diré que escribir bien y hablar ídem es una muestra de respeto hacia "el Otro". De modo que si tanto se esfuerzan en que creamos que son "respetuosos", que empiecen por hacerlo donde se hace más evidente en el mundo virtual: en la escritura.

Una acotación finalísima:

En la intimidad, sea de un hotel alojamiento donde fuimos con un desconocido o durante una sesión programada de SM, el tema "la palabra" es un disparador del deseo. Al menos lo es para mí. Por lo tanto en esas situaciones el respeto pasaría por respetar el deseo de "el Otro" -o sea, yo- y en consecuencia dejar los usos y costumbres sociales de lado para abordar un lenguaje soez, guarro y sucio hasta donde el vocabulario del compañero llegue.

Gracias por visitar mi blog.

Que estén bien.

Soledad FAB

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