viernes, 6 de julio de 2012

¿Todos tienen la llave?

El título me lo propuso un antiguo chiste sobre la virginidad en cuya situación se encontraban madre e hija en charla íntima. La madre, de principios del siglo XX, le decía a su hija que debía ésta “conservar cerrado ese arcón que dios te dio”, en alusión a la virginidad y su feminidad. La chica, ya emplumada le responde: “Es difícil, mamá, conservar cerrado ese arcón cuando todos los hombres tienen la llave para abrirlo”.

La virginidad o su inexistencia calificaba a las mujeres de antaño entre chicas de familia y locas de vida fácil. Algunas de nuestras antecesoras que practicaban equitación en los pocos clubes que se dedicaban al tema por entonces, también podían –de hecho les sucedía- perder la virginidad en un salto o en una cabalgata por los perímetros del campo. No existía la cirugía reparadora que convierte, hoy día, a chicas que conocieron más hombres que las poses del Kamasutra y variantes, en vírgenes himénicas. Nada más. Como a los hombres les importa lo obvio y nunca se meten en cuestiones en las que haya que pensar más de 5 segundos, creen en esa virginidad quirúrgica y todos felices, aún sin comer perdices.

No recuerdo de cuál película se trataba pero sí de esas que repetían los sábados por la tele, cuando la lluvia que caía como baldazos hacía prácticamente imposible salir de la casa. Una era chica –aunque no tan ingenua- y en esa peli había una señora, muy caracterizada como el cúmulo de todas las dignidades del mundo, que portaba colgada a su cuello una llave dorada. La protagonista femenina, una chica muy mona, vivía encerrada en la torre de ese castillo. La llave de acceso a dicha torre la tenía, obviamente, la aludida señora. Vivía encerrada es un decir, porque salir salía, pero con la señora como chaperona.

Los galanes rondaban el halo de perfume que esparcía la protagonista durante sus paseos por el jardín del palacio, pero ella decía que esperaba a su amado. Así siguió hasta que, por quién sabe cuáles motivos, la señora dignísima le entrega la llave a un joven bombón de lomo impresionante que, ni lerdo ni perezoso, sube a la torre, mete la llave en la ranura y abre la puerta…

Metáfora tan directa sobre el cinturón de castidad no podría existir. Aunque, claro, en aquella época ni se me cruzó que una mujer llevara un cinturón asi.

Más allá de la llave o no-llave, la que portara el cinturón de castidad estaba impedida de ser penetrada por un señor, claro está. Pero nada podía hacer el cinturón respecto de besos, arrumacos y felaciones. Tal vez por esto recuerdo el fallo de un juez de primera instancia que ante la denuncia por abuso sexual que presentó una empleada contra su jefe, el “usía” resolvió que una felación no constituía abuso sexual. Sería –además de curarse en salud, se me ocurre- como hacerle honor a los Cruzados, que se iban por ahí y acumulaban cuernos sobre sus cascos como pelos tenían las cabalgaduras que montaban, al tiempo que sus bellas damas encintadas podían escribir tratados sobre los distintos sabores del semen…

No obstante, en los juegos de SM el cinturón de castidad tiene su lugar ganado entre las actitudes, órdenes y cumplimientos a los que las sumisas estamos obligadas por propia voluntad de someternos a las mandas de un Señor al que, primariamente y en forma excluyente, admiremos.

Claro que los actuales cinturones de castidad no son como aquellos del Renacimiento ni causan las terribles infecciones que podían provocar aquellos en base al contacto del hierro con las partes más delicadas del cuerpo de una mujer.

Ahora son tan firmes o más que sus predecesores, pero son más livianos, menos gruesos, forrados, pasibles de ser lavados e higienizados tantas veces cuantas sea necesario y un largo etcétera que los hacen si no cómodos, al menos, seguros.

Los cinturones de castidad no sólo son utilizados en los juegos de SM y BDSM. También los utilizan las jóvenes suecas como defensa a la violación de la que puedan ser objeto, por la incidencia creciente de ese abyecto delito.

Las monjas y enfermeras también los usaron y, posiblemente, los usen en la actualidad, para atender soldados en hospitales de campaña. O sea, para evitar que las violen, se entiende.

Llevar puesto un cinturón de castidad es –al menos para quien esto escribe- un motivo de excitación. Por el motivo que me lo impuso, por quién me lo impuso, por las consecuencias que tendrá mientras lo lleve puesto y por el momento en el que, con cierta ceremonia, él mismo me lo quite.

De todos modos, como decía la siempre famosa viejita, sobre gustos no hay nada escrito. En esta notuela sólo busqué darle algún marco a las fotillos que de cinturones de castidad, encontré por ahí. Para quienes deseen interiorizarse en el tema, hay varios sitios en los que podrán encontrar sesudas elucubraciones o eróticas exhibiciones. Google puede casi todo…




Gracias por visitar el blog.

Que estén bien


Soledad F.


Sitios relacionados

Las jóvenes suecas http://yahel.wordpress.com/2007/02/20/las-jovenes-suecas-ya-utilizan-un-cinturon-de-castidad-para-evitar-ser-violadas/


Colección de Cinturones de Castidad http://www.arrakis.es/~jmselva/cint4.htm

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